Exhalás otra vez y sentís un frío intenso que se transforma en malestar. Querés hacerlo de nuevo. Y otra vez. Mirás a tu alrededor: tus cosas. No querés ninguna. Pensás un segundo que tus palabras no van a tener ni tu propia atención en unas horas, pero insistís igual. Y otra vez. Te detenés un momento e intentás recordar: esa tarde… esa noche… y…¿cuándo habrá sido? Estás muy lejos. ¿Qué hacías? Y… entonces esperabas. Sí, esperabas, eso hacías. No te dice demasiado. Una vez más. Exhalás. Y otra vez. Los muertos y tu casa y ese frío. Y otra vez. El malestar, de nuevo, junto con el frío. Eso sí que te hace pensar en esa vez.